Un cuento

Qué tal chavos, les comparto esta historia corta que escribí para la escuela para que compartan su opinión. Por favor díganme qué piensan. Quiero que sepan que el propósito de este cuento NO ES CRITICAR NADA NI A NADIE. Si se sienten ofendidos, por ahí no va el asunto, ¿okey? si quieren, puedo contestar cualquier duda, pero lo que quiero es que me den retroalimentación por favor.

Bailábamos “Despacito”


Teníamos doce años. Yo no iba a ser como las otras cuando creciera. Yo me iba a dar a respetar. Yo no iba a decir groserías. Yo no me iba a llevar con los que fumaran o tomaran. Yo tenía principios. Yo iba a ir a misa todos los domingos. Yo no iba a ser adicta al celular y no iba a tener redes sociales. A mí no me gustaban los niños por su físico sino por su personalidad y me gustaban los niños caballerosos que no dijeran groserías y sólo iba a salir con aquellos que me amaran verdaderamente por quien iba a ser y no por cómo me iba a ver. No me iba a importar a mí tampoco cómo me veía y no iba a juzgar a las demás por la ropa que usaran. No iba a ir al antro antes de cumplir los dieciocho y no iba a ir a fiestas de noche porque me iba a divertir más en el cine o en el boliche, y cuando fuera al antro, me iban a sacar a bailar, y siempre iba a decir que sí, pero no iba a bailar la del Taxi.

Teníamos trece años. Yo no era como las otras. Yo sí me daba a respetar. A mí no me importaba que dijeran groserías siempre y cuando no me las dijeran a mí. Yo no tomaba ni fumaba. Yo sí tenía principios. Yo iba a misa todos los domingos. Yo no usaba el celular en la mesa ni con mis amigas. No tenía redes sociales, sólo Facebook para ver las noticias… e Instagram para ver las fotos de mis amigas en vacaciones y mantenerme en contacto con las que se iban. A mí me gustaban los niños caballerosos que pidieran perdón cuando se les salieran las groserías enfrente de mí y no había salido con ninguno porque no había encontrado al correcto. No me importaba cómo decían que tenía que vestirme, siempre y cuando a mí me gustara mi look. No me importaba cómo se vestían los demás siempre y cuando no se vistieran de manera ofensiva. No iba al antro porque no tenía edad y sólo iba a las fiestas que no eran de paga y a las que fueran mis amigas y, cuando iba, no bailaba electrónica, sólo las canciones que se pudieran bailar.

Teníamos catorce años. Yo no era como la mayoría. Yo sí me quería y me respetaba a mí misma. A mí no me importaba que dijeran groserías pero yo no las decía. Yo no me emborrachaba ni fumaba cigarros ni tenía mi propio juul. Yo tenía valores. Iba a misa los domingos que podía. Yo no era adicta al celular. No me importaban los fueguitos en Snapchat y sólo subía fotos muy padres en Instagram y en Facebook sólo subía cosas importantes. Me gustaban los niños amables y chistosos, con personalidad pero que se cuidaran. Me di por primera vez pero sólo con uno, no quería ser una niña fácil. Aprendí a darle importancia a las opiniones de los que sólo querían ayudarme. No me gustaba que las niñas usaran tanga o enseñaran mucho busto. Se veía mal. No iba al antro porque no tenía ID y sólo iba a las fiestas a las que me invitaban y podía bailar con cualquier canción que me gustara. Sólo, no bailaba reguetón.

Tenía quince años. Yo era una buena niña. Me daba a querer y el respeto venía después. No me importaba que cada quién hablase como cada quién quisiera y no usaba groserías más que cuando estaba citando algún chiste. Siempre aceptaba a quien me quisiera invitar un trago o un cigarrillo. Yo era una buena niña. Iba a misa de vez en cuando. Siempre likeaba los posts de mis amigos y siempre les daba follow-back a mis seguidores, y mantenía todos mis fueguitos en Snapchat. Me gustaban los niños fits que me hicieran reír y me hicieran sentir bien. Siempre tenía novio. Aprendí a vestirme bien. No como zorra. No iba al antro porque todavía no conseguía fake y siempre iba a las fiestas si podía. Bailaba con todas las canciones para no ser tan amargada. No dejaba la pista, nada más que no perreaba.

Tenía dieciséis años. Yo era genial. Todos me querían. Usaba groserías aunque fuera niña, nunca rechazaba un shot y ya tenía mi propio juul para no andar pidiendo el de los demás, y siempre lo prestaba. Ya no iba a misa porque ya no creía en Dios. Reaccionaba a todas las acciones de mis amigos en las redes sociales, contestaba luego luego y los seguía en todas. Me gustaban los niños que fueran cariñosos y guapos. Me acosté con un niño por primera vez. Me vestía como se me antojara. Iba al antro porque ya tenía fake y además ya estaba en edad. Me sabía todas las canciones.

Tengo diecisiete años y me la paso a todo dar. He aprendido a nunca decir que no y me divierto como nunca. He probado más cosas de las que me puedo acordar. Tengo miles de followers en Instagram. Después de un par de shots, me gusta cualquier niño y después de otros, hasta las niñas. Si los hombres pueden darse a diez y ser unos jefes, yo también puedo aunque sea darme a cinco sin ser una puta. No importa si me sé la canción o no, si me ven o si me señalan, no importa lo que digan o lo que piensen. Yo bailo como si nada. Soy libre de hacer lo que quiera.

Tengo diecisiete años y ayer ví por primera vez desde hace mucho tiempo a una de mis amigas de cuando tenía doce años. Bueno, la veía todos los días en la escuela pero ayer me la encontré en una fiesta aburridísima y estuvimos platicando y me acordé de por qué me caía bien antes y me di cuenta de por qué ya no nos llevamos tanto como antes. Ayer por primera vez, me di cuenta de lo mucho que he cambiado desde que tenía doce años.
Dancing Girl .Party Girl Silhouette . Stock Vector - Illustration ...

Comentarios

Entradas populares