Comida auténtica (?)

¿Se han puesto a pensar sobre lo que le sucedió a la pizza? Piensen en pizza. ¿Qué les viene a la mente? ¿Domino's? ¿Little Ceasar's? ¿Pizza Hut? ¿Costco? Claro, es normal. Y todos sabemos que la pizza es un platillo italiano. Pero en México le ponemos piña y jamón y carne al pastor y otras cosas extrañas que harían que un italiano grite "Mamma mia". 

Lo dice el cuate cuya pizza favorita es la hawaiana, ¿okey? A lo que voy, es que los mexicanos hicimos con la pizza lo que los gringos hicieron con los tacos en el Taco Bell. Ah, pero Javi, me dirá usted, nosotros no pretendemos que nuestras pizzas sean italianas, ni decimos que lo sean, estamos totalmente conscientes de que esa es una versión mexicanizada de la auténtica pizza italiana, lo cual es un punto válido, así que dejemos a un lado el ejemplo de la pizza, lo vamos a ocupar después y vamos a otro ejemplo: el sushi. 

Ese sí, es vendido como comida japonesa. Cuando comemos sushi, pensamos que esa es comida japonesa auténtica o al menos, la mayoría de los mexicanos lo creen porque nunca han tenido una conversación con un japonés. Es perfectamente normal. Sin embargo yo sí tengo un amigo japonés que casi me mata cuando le dije que le poníamos queso crema y mango a nuestro sushi. No me atreví a decirle que también le poníamos aguacate y chilito tajín. 

Me explicó lo que era el sushi auténtico y entendí por qué eso no lo conocemos en México. Hay más de una razón de hecho. La primera es que Japón es una isla y México no. Japón tiene acceso a una cantidad enorme de pescado fresco que México no tiene en muchas partes del país, así como Japón no tiene aguacate, mango o chilito tajín y probablemente no usen ni la mitad de queso crema que nosotros.

La primera razón es entonces, el acceso a diferentes ingredientes. Se hace lo que se puede y es lo que pasa con la pizza. La segunda razón, es que si en México vendieran sushi auténtico, nadie lo compraría porque es un platillo demasiado diferente a lo que conocemos, a nadie le gustaría. Sabe demasiado a pescado crudo. 

Entonces ¿qué hacemos? Conocemos un aspecto de una cultura ajena, lo modificamos o lo adaptamos a nuestra propia cultura y una de dos, o lo adoptamos como propio o lo declaramos una representación de la cultura de la que surgió. Nosotros decimos que nuestro sushi es japonés y los estadounidenses dicen que el Taco Bell es mexicano y estoy seguro que si buscamos, podemos encontrar más ejemplos. El tema es el capitalismo, específicamente el capitalismo de ficción. ¿El khéeeeeeeee? El capitalismo de ficción, lean a Vicente Verdú, vale la pena. 

Veamos otro ejemplo: el té. ¿En qué país piensas? Puede que pienses en Inglaterra o en China, pero por el valor del argumento, digamos que pensaste en Inglaterra donde se lo toman con leche. Los ingleses lo sacaron de India donde hasta donde tengo entendido, no le echaban leche aunque probablemente sí varias especias muy fuertes para los ingleses. Lo mismo sucede con el café que se ha vuelto tan universal que nadie sabe que su origen se encuentra en Etiopía. Ahora, no relacionamos el té ni el café con una nacionalidad en específico pero sí lo tomamos de una manera más occidentalizada por lo general. 

Puede que usted, querido lector tome café de Etiopía, negro, pero muchísima gente le echa leche y azúcar y no se preocupa por el origen de su café o simplemente se compra un capuchino de la maquinita de la oficina o de Starbucks. La teoría es que esto se debe a que el mounstro capitalista que es Estados Unidos universaliza todo según su imagen y sus franquicias crecen de manera descontrolada. Piensen en hamburguesas y piensan en McDonald's, pizza y Domino's. No Alemania. No Italia. Empresas estadounidenses que han llegado a todo el mundo con una idea ajena que adaptaron a su cultura y la gente se adaptó a ellas. 

El miedo es de que eso le pase a los tacos: que Taco Bell se extinda tanto que todo el mundo piense que así son los tacos mexicanos auténticos o peor aún, que olviden que los tacos son mexicanos. No importa que se adapten en cada país para los gustos diferentes de la población, el punto es que se pierde la autenticidad del producto. Y esto resulta mil veces más atractivo. Verán, la realidad es amarga como el café. La gente prefiere una versión diluida con leche y azúcar y de preferencia que se la den ya preparada que ir y prepararla uno mismo. Esto es el capitalismo de ficción. Nos venden versiones diluidas de la realidad auténtica porque la realidad auténtica sería demasiado para nosotros, ¿por qué? Porque estamos acostumbrados a lo que estamos acostumbrados. 

Si todavía no los hago pensar, pensemos en un último ejemplo antes de irnos a dormir: el chocolate. Es mexicano, pero lo que era el chocolate originalmente hoy nos sabría a rayos porque los europeos llegaron y le pusieron leche y azúcar y lo mejoraron muchísimo (según ellos y por ende, según nosotros también). Se apropiaron de un aspecto de nuestra cultura pero lo modificaron para adaptarlo a la suya. La cultura occidental se ha vuelto la cultura estándar. Nos gusta más el chocolate con leche que con agua porque estamos acostumbrados a eso y hoy en día si alguien dice chocolate, pensamos en Suiza, en Italia, en Bélgica, en Francia, tal vez, pero no en México. ¿Cuántos de ustedes han probado el chocolate con chile? Y de esos, ¿a cuántos les gusta tomarlo así? 


Así que sí. No me parece tan inverosímil que los tacos se vuelvan incorrectamente universales ni que así suceda con muchos platillos típicos de todos los países. De ahí venimos y para allá vamos. Suena dramático pero no lo es, es normal. Los mejores inventos vienen de las mezclas entre culturas y con el paso del tiempo, la cocina evoluciona junto con la humanidad. Los tacos no serían posibles si los españoles no hubieran llegado con puercos y vacas y no hubieran conquistado México. ¿Saben qué me da consuelo también? Habrá Domino's en todo el mundo, menos en Italia. Habrá Taco Bells en todo el mundo pero nunca encontrarán uno en México. Siempre se podrá encontrar lo auténtico en su origen. Si llegaron hasta aquí, díganme qué opinan.








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