El Taj Mahal
El año es 1631. El emperador mogol de India, Shah Jahan espera su catorceavo bebé de parte de su esposa favorita, Arjumand Banu Begum (favorita por mucho). Claro que el emperador consideró que el nombre de su esposa era demasiado largo, por lo cual la rebautizó como Mumatz Mahal, "La elegida del palacio". Y resulta que Mumatz no sobrevivió el parto. Pero antes de morir, le pidió a Shah que le construyera una tumba (mausoleo) de belleza digna de ella en la que pudiera descansar por la eternidad. Y el brother se lo tomó muy en serio.
Shah Jahan reunió a más de veinte mil trabajadores e hizo traer materiales de todo el mundo, empleando cerca de mil elefantes para su transporte, sin contar los camellos, bueyes y búfalos. El principal material de construcción fue el mármol, pero también se trajeron piedras preciosas de toda Asia. En 1643, el mausoleo quedó completo.
En 2007 fue nombrado una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno y hoy en día recibe alrededor de 7 millones de turistas al año. Aunque considero que existe un templo en India que es más impresionante que el Taj Mahal y que posiblemente merecería más el lugar en la prestigiosa lista, debo reconocer que el Taj Mahal sí está muy cañón.
Fuimos a las 7am, en cuanto abrieron las puertas para ver el amanecer y evitar las masas de turistas que a las 8am ya plagaban el lugat. Definitivamente no me arrepiento de haberme levantado tan temprano.
El terreno del Taj Mahal mide 17 hectáreas e incluya también dos mezquitas y un gran jardín entre otras cosas. El mausoleo en sí está espectacular. De lejos se ve exactamente como en las fotos. Desconcertantemente blanco, suave, limpio. ¿Y de cerca? De cerca ves que no es completamente suave. Está decorado con figuras y formas hechas con piedras incrustadas o talladas cuyos detalles están impresionantes. Mis palabras no le hacen justicia a la maravilla que tuve la suerte de ver. Lamentablemente, mis fotos tampoco, pero al menos hacen mejor trabajo.
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