Mi primer beso delicioso

No recuerdo la fecha exacta pero sé que fue hace varios años y creo que fue un Sábado en la mañana, el día en que mis abuelos, Chana y Alejandro, me invitaron a mi familia y a mí, a comer en “Las Chalupitas”, un restaurante en Polanco donde hacen comida poblana cuya calidad no se iguala ni en Puebla.

Supongo que fuimos en la camioneta de mi mamá directo a “Las Chalupitas” donde encontramos a mis abuelos sentados en su mesa favorita en la terraza (a ellos los había traído su chofer) aunque, no puedo estar seguro porque fue hace mucho tiempo. Desde que tengo memoria, siempre pedimos lo mismo: varias órdenes de chalupitas mixtas (tres con salsa roja y tres con salsa verde), un plato de carnitas y chicharrón para hacer tacos y, para mi abuelo, un arroz con plátanos machos bañados en mole o algo así, pero el postre… el postre fue mi primer beso. Dulce y suave, inexplicablemente delicioso. Tenía un cierto je ne sais quoi. No era la nuez, no era el azúcar que cubría la superficie de semejante perfección redonda. No sé qué era lo que hacía al “Beso de María” (postre recomendado por mi progenitora) tan perfectamente satisfactorio. Su tamaño era ideal, su sabor exquisito.

En fin, no hay nada más que decir sobre este encuentro más que desde entonces, se ha repetido frecuente y apasionadamente.

Hace unos años, cuando su servidor iba en segundo de secundaria, se llegó a un acuerdo con la maestra de español: ella nos concedería un punto o una décima extra en alguna calificación a todo aquel que escribiera una crónica sobre (y les juro que estas fueron sus palabras) "su primer beso delicioso". A esa maestra, como a mí, le encantaba el chisme, pero lamentablemente sólo fuimos dos los estudiantes que aceptamos el reto y yo no le di un chisme jugoso como lo que ella tal vez esperaba. En vez, entregué la crónica que usted acaba de leer. A ella le pareció estupenda. Espero no haberle decepcionado a usted, mi querido lector ;)




Comentarios

Entradas populares