Algo sobre salud mental

Es tarde. No he escrito nada. Ya me quiero dormir. Así que les comparto un texto que escribí hace años para la escuela. Ojalá lo disfruten.

¿Alguna vez les ha pasado que están en una fiesta, en la pista de baile, y ven a alguien que claramente no le gusta bailar? Alguien que a simple vista, uno puede saber que está incómodo con su situación, está tenso, piensa demasiado cada movimiento en vez de fluir con la música, o peor aún, alguien que no está bailando. En pocas palabras, alguien que no se esté divirtiendo en la fiesta.

¿Recuerdan cómo se sintieron? ¿qué pensaron? ¿Le dijeron que se animara, que se alegrara, que se pusiera a bailar? ¿Le dieron algún consejo para que bailara más cómodamente? ¿Sintieron en algún momento, un impulso, un deseo porque esa persona dejara de verse tan incómoda? Si sí, es perfectamente normal. No nos gusta ver a personas en cualquier tipo de sufrimiento, y si las vemos sufrir, por lo general, nos gustaría lograr que de alguna manera, dejaran de sufrir. Es una de las bases de la empatía.

Ahora les pregunto: ¿alguna vez fueron ustedes los que se sentían incómodos en la fiesta? ¿O alguna vez llegó alguien y les dijo que bailaran cuando ustedes no querían bailar o que se animaran cuando ustedes YA se sentían animados? A mí me chocaba. Yo ya estaba lo suficientemente incómodo como para que los demás me lo recalcaran. Pero en el fondo, lo que quería no era que la gente ignorara el hecho que me la estaba pasando fatal, ni que pretendieran que me la estaba pasando bien (aunque eso era mejor que cuando me trataban de enseñar a bailar). No, lo que más me gustaba era cuando alguien se sentaba a platicar conmigo, idealmente porque ese alguien tampoco se divertía tanto bailando reguetón porque entonces me sentía más comprendido pero si un amigo se sentaba a platicar conmigo, sin aludir al hecho de que no me divertía tanto bailar, aunque a esa persona le gustara bailar, yo me sentía escuchado y querido y feliz y cómodo. Lo mejor era cuando llegaba alguien a preguntarnos “¿Por qué no están bailando?” y le contestábamos “porque estamos muy a gusto aquí platicando, no queremos bailar”. Al ser dos o más, esa afirmación tenía mucho más valor y validez.

Usted, querido lector, se preguntará a dónde voy con todo esto. Verán, cuando me dijeron que tenía que escribir algo sobre salud mental, llegué a la conclusión de que quería que mi texto se desarrollara alrededor de la siguiente frase que saqué de la película Loco por ella (2021):

“Lo difícil de tener una enfermedad mental es que la gente quiere que te comportes como si no la tuvieras”

Y mientras que no quiere sugerir que yo tengo la menor idea sobre cómo se siente tener una enfermedad mental, no se me ocurrió una mejor manera para ilustrar esta frase que mi ejemplo de la fiesta.

Verán, mientras que no me consta, tengo entendido que a las personas con enfermedades mentales no les gusta que se les recuerde sobre su enfermedad, no les gusta que se señale si quiera pero tampoco les gusta que se actúe igual que si no existiera. No se puede esperar lo mismo de una persona enferma que de una persona saludable independientemente de la naturaleza de la enfermedad. ¿Qué se hace entonces? ¿Cómo se trata con una persona enferma mental? Lo primero es que son seres humanos, y hay que tratarlos con la dignidad y el respeto que merecen por serlo, nunca hay que olvidar eso. Lo segundo que hay que recordar, es que no es necesario entenderlos, lo más probable es que si tratamos, no lo vamos a lograr, pero entenderlos, entender cómo se sienten, no es necesario para acompañarlos.

Esa película de Loco por ella es de las películas más empalagosamente cursis que he visto en mi vida, pero si algo hace bien, es dejar claro que hay veces que lo único que necesita alguien, es que otra persona lo escuche, pero que verdaderamente lo escuche. Tratar de entender si bien no a ellos, al menos lo que te quieren decir y ponerte de cierta manera a su nivel. Sí, adaptarte a ellos. No ayudarlos a que puedan adaptarse a los demás, no pedirles que cambien, sino cambiar tú. Porque puedes ayudarlos a cambiar quiénes son y que aprendan a disfrutar bailar como las otras mil personas en la fiesta, o puedes ver que chance y no es necesario que cambien y divertirte tú platicando con ellos.



Comentarios

  1. Es la tercera vez que leo esta entrada y me sigue pareciendo fascinante.

    Dato random a compartir: el inicio me recuerda tanto a la cancion de Fin del Mundo de La La Love you.

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