Pornografía: adicciones digitales

 

Los que me siguen en Instagram seguramente vieron que subí un vídeo en el que hablaba sobre la adicción a la pornografía. Bien, pues para quien le haya dado flojera ver el video de casi media hora, aquí les dejo la versión escrita, el guión de mi ponencia. Cabe mencionar que hubieron modificaciones hechas a último momento (literalmente mientras la leía) que no se ven reflejados aquí, pero la idea es la misma. Disfruten :)



¡Hola a todes!

Antes de comenzar con mi ponencia, quiero hacer dos aclaraciones importantes. Primero, el tema del que hablaré hoy es la pornografía, un tema que puede resultar incómodo para algunes, así que si alguien prefiere salir de la sala, no hay problema. Mi intención no es incomodar a nadie, sino explicar cómo puede surgir la adicción a la pornografía, cómo funciona a nivel cognitivo, psicológico y biológico, y cuáles son sus consecuencias y posibles soluciones. No busco juzgar ni moralizar, sino ofrecer una comprensión clara de este fenómeno. En segundo lugar, esta ponencia no contendrá imágenes. Sé que puede parecer contradictorio en un seminario de imagen, pero tengo tres razones para esto. Primero, porque creo que esta ponencia que de por sí incomodará a algunes, sería todavía más incómoda si contuviera imágenes, segundo porque el ámbito académico en el que nos encontramos no es un lugar adecuado para reproducir pornografía. Y tercero, para comprobar un punto: no las necesito.

Hagamos un ejercicio. Cierren los ojos. Ahora piensen en una hamburguesa. ¿La ven? Ahora piensen en una playa. ¿La pueden ver? Abran los ojos. Les puedo asegurar que todes ustedes pudieron visualizar lo que les dije sin embargo la “imagen” que cada quién vio y las sensaciones que esa imagen le provocó fueron completamente diferentes a las de la persona de junto. Verán, las imágenes no solo viven en el mundo físico, no se ven solamente a través de los ojos, sino que primero se perciben con un lente formado por experiencias previas; cada quien percibe las imágenes con un sesgo, de manera diferente, y esas imágenes se quedan en sus mentes. Si les digo que piensen en pornografía, es casi seguro que todes tendrán un referente visual en el que pensar, una imagen o incluso una escena que puedan visualizar en su mente sin tener que verla. Y eso es lo que hace a la adicción a la pornografía tan interesante: al ser esencialmente, una adicción a imágenes, la pueden consumir desde donde sea, incluso sin acceso directo a ella.

Contrariamente a la adicción al alcohol, por ejemplo, si yo encierro a un adicto en un cuarto, esa persona no podrá consumir alcohol mientras esté ahí, pero podrá consumir pornografía dentro de su mente.

Hablemos un poco sobre qué es una adicción. Las adicciones son trastornos complejos que involucran una dependencia física y psicológica a una sustancia o comportamiento. Pueden surgir de la necesidad de escapar del dolor, el estrés, la soledad o simplemente de la búsqueda de placer pero se consolidan gracias al mal manejo de sentimientos negativos.

La adicción a la pornografía es una forma de adicción conductual, similar a la adicción al juego o a las compras compulsivas. Hay que decir que si bien, el DSM-5 (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) no reconoce la adicción a la pornografía ni nigún otro derivado de la “hipersexualidad”, no se pone en duda la existencia del fenómeno conductual que varios estudios académicos de psicología llaman adicción a la pornografía y que comparte características con adicciones tradicionales como la saliencia o el síndrome de abstinencia.

Cabe aclarar que igual que las compras o el juego por sí solo, el consumo de pornografía no es algo inerentemente negativo, es una forma de exploración y experimentación que lleva al autoconocimiento y a un tipo de placer muy particular. Pero lleva el riesgo de caer en adicción. Según un estudio de Hervias “el comportamiento sexual en red o el consumo de pornografía por Internet no son patológicos por sí mismos (Griffiths, 2012), pero sí pueden derivar en situaciones de pérdida de control o consumo compulsivo que implique el deterioro en distintos ámbitos de la vida como el personal, social, familiar o laboral”.

Se ha caracterizado la adicción a la pornografía “por un esfuerzo reiterado e infructuoso por reducir, controlar o eliminar el consumo, por una pérdida de control sobre la conducta y por una dedicación excesiva (más de 11 horas a la semana) que genera un menoscabo en otras áreas importantes de la vida o limita la atención a otras responsabilidades”. ¿A qué me refiero? Una persona adicta a la pornografía no controla su consumo, tiene pensamientos intrusivos, compulsivos de escenas pornográficas que le impiden concentrarse en actividades importantes y llevar a cabo sus responsabilidades y compromisos sociales. Es probable que una persona adicta al porno se hubiera perdido varias veces en esta ponencia por distracciones de carácter pornográfico sin que nadie aquí se diera cuenta.

No es una garantía que cualquier consumidor se vuelva adicto, pero el carácter de esta actividad le da ese potencial que no se puede ignorar. La digitalidad ha permitido que las cifras de consumo de pornografía aumenten de manera impresionante. Los sitios de pornografía más populares han registrado un aumento exponencial de visitas a tal punto que en 2019, Pornhub recibía cerca de setenta y ocho millones de visitas diarias. ¿Cómo surge esta adicción y cómo es que el internet la vuelve mucho más propicia?

A nivel cognitivo, la pornografía puede reprogramar la mente. Las imágenes pornográficas pueden crear vías neuronales que asocian el placer sexual con el consumo de pornografía, haciendo que el cerebro busque repetir la experiencia. Es decir, si alguien ve porno cada vez que busca masturbarse, eventualmente cuerpo y mente se acostumbran a que el porno conduce al placer sexual por lo cual cuando el cuerpo quiera volver a sentir ese placer, la mente buscará reproducir las condiciones bajo las cuales se obtuvo ese placer en primera instancia. O sea, introduciendo imágenes pornográficas a la conciencia. Existe el debate de si eso cuenta como adicción a la pornografía o más bien a la masturbación.

Biológicamente, es la masturbación la que libera grandes cantidades de dopamina, la hormona del placer, reforzando el comportamiento adictivo. Es importante aclarar entonces que para hablar de una adicción a la pornografía, se requiere uno de dos casos: o que no se pueda alcanzar el placer sexual si no se acude a imágenes pornográficas, es decir, dependencia, o que suceda un consumo compulsivo y espontáneo de pornografía, es decir, falta de control, consumo descontrolado.

Recordemos: a diferencia de las adicciones a sustancias, la adicción a la pornografía es una adicción a imágenes internalizadas. Esto significa que, incluso sin acceso a dispositivos digitales, la mente de una persona adicta puede reproducir escenas pornográficas almacenadas en la memoria, desencadenando respuestas fisiológicas similares a las de la visualización real. Esta capacidad de internalización hace que la adicción sea más difícil de manejar.

El medio digital ha transformado la accesibilidad, el anonimato y la comodidad del consumo de pornografía, los tres factores que Alvin Cooper llama el modelo triple “A” (en inglés, affordable, accessible y anonymous) y relaciona con el potencial adictivo del internet.

Y es que, hace décadas, acceder a material pornográfico requería esfuerzo y discreción. Un adolescente tenía que conseguir dinero y encontrar la manera de obtener material como una revista, que al final del día, tiene contenido limitado, luego verla en secreto y esconderla para que nadie la encontrara. Hoy, con un teléfono o una tableta, cualquier persona puede acceder a una cantidad infinita de contenido pornográfico de manera anónima, prácticamente gratuita, sin salir de su cuarto y sin dejar rastro. Esta accesibilidad, combinada con el anonimato que ofrece Internet, elimina las barreras culturales, sociales y morales que antes inhibían el consumo. Como dice Wajcman “Las imágenes que en otro tiempo podíamos considerar vergonzosas, han abandonado la vergüenza. La vergüenza marchaba junto con lo prohibido. Sabemos que la prohibición produjo una parte considerable de imágenes sexuales, un arte «libertino» en el sentido fuerte del siglo XVII, que se elevaba contra la moral y desafiaba la censura”. Encima de esto resulta difícil de medir adecuadamente el consumo de pornografía en la población general debido al anonimato con el que este se lleva a cabo. Se sigue tratando de una actividad extremadamente privada después de todo.

A pesar de que es un campo con relativamente poca información, se sabe que el consumo de pornografía se ha normalizado en muchos aspectos de la cultura moderna. Les usuaries abarcan todas las edades, géneros y clases sociales. Los tipos de pornografía también han evolucionado, desde contenido suave hasta material extremadamente gráfico y especializado, adaptándose a todo tipo de fantasías y preferencias. La pornografía, al final del día es una industria masiva, muy poderosa que busca satisfacer los gustos de todes les clientes: “Basta echar un vistazo al sitio para descubrir la diversidad de videos disponibles y ordenados en categorías que recorren las más extravagantes posiciones y estilos: sexo vaginal, anal, doble penetración, sexo con mujeres maduras, latinas, amateurs, homosexuales, asiáticas, rubias, felaciones, fetichismos, etc”.

Esta diversidad puede influir en las expectativas y comportamientos sexuales y puede llevar a la disociación de la realidad, creando expectativas irreales sobre las relaciones sexuales. Y es que en es una realidad que existe una carencia general de educación sexual completa y adecuada para les adolescentes por lo cual existen casos en los que el porno es su primer y/o único acercamiento al sexo previo a hacer el acto. El porno presenta situaciones bastante alejadas de la realidad, pero esto no es siempre evidente.

Es decir, que sin una educación sexual adecuada, se puede llegar a creer que la pornografía muestra una versión fiel a la realidad de cómo son las relaciones sexuales, cuando este no es el caso, generando expectativas que jamás serán cumplidas.

Esto puede afectar negativamente la intimidad en las relaciones de pareja, llevar a problemas de comunicación y aumentar el aislamiento social. Además, el consumo excesivo de pornografía puede interferir con responsabilidades académicas, laborales y familiares, afectando el rendimiento y la calidad de vida, porque limita la capacidad de atención y dificulta la concentración y el esfuerzo mental porque recordemos. Al ver pornografía y masturbarse, su cuerpo está sintiendo mucho placer que está ligado a uno de los mayores objetivos biológicos de la especie: la reproducción. Y esto, tras un esfuerzo mínimo. Entonces el cuerpo entra en una especie de rebelión: ¿por qué voy a poner atención a esta clase o enfocarme en esta lectura aburrida si sé que no me va a dar el mismo placer que, por ejemplo, ver porno? Y ver porno es mucho más fácil. Y de pronto a media conversación con un amigo, ya no estás prestando atención porque tu cuerpo está buscando esos picos de dopamina y tu mente está tratando de recrear esas condiciones para obtenerlos. Uno deja de poder lograr esfuerzos y mantener relaciones sociales y eso tiene a su vez, efectos a nivel psicológico: el consumo constante de pornografía puede afectar la autoestima, la percepción de la realidad y las relaciones personales. ¿Y qué se le puede hacer a todo esto?

Si alguien aquí considera que tiene una adicción a la pornografía, existen varias estrategias para manejar y superar esta adicción. Reducir el consumo de pornografía es un primer paso crucial. Es importante evitar pensar en imágenes eróticas durante la masturbación y reemplazarlas por un enfoque total en las sensaciones físicas. Encontrar actividades alternativas que requieran esfuerzo físico y mental, como el ejercicio o pasatiempos que presenten un reto, también ayuda bastante, porque al estar concentrándose en una actividad física, es más difícil para tu mente distraerse o pensar en otras cosas. Simplemente reducir el tiempo frente a las pantallas y aumentar el tiempo al aire libre también puede ser benéfico, ya que las redes sociales, los juegos del teléfono y la televisión pueden tener efectos similares a los que describimos previamente. No puedo exagerar la importancia de mantener un estilo de vida saludable y divertirse, porque bajo esas condiciones, es más difícil caer en una adicción. Aún así, en algunos casos, buscar ayuda profesional a través de terapia cognitivo-conductual o grupos de apoyo puede ser necesario para abordar los aspectos más profundos de la adicción.

En resumen, la adicción a la pornografía es un problema complejo que afecta tanto a nivel individual como social. Comprender sus mecanismos y diferencias respecto a otras adicciones es crucial para desarrollar estrategias efectivas de manejo y superación. Espero que esta ponencia les haya brindado una comprensión más clara de este tema y les haya ofrecido herramientas útiles para abordar esta adicción, ya sea personalmente o para ayudar a otres.

Gracias por su atención.

Bibliografía:

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Gutiérrez Jaber Inés, “A México le falta educación sexual integral” en TecScience, 4 de septiembre 2023, consultado el 9 de junio 2024, https://tecscience.tec.mx/es/salud/educacion-sexual-integral/

Hervias Federico et al, “Adicción a la pornografía en internet: análisis de un caso clínico” en Psicología conductual, vol 28, no. 1, 2020, pp. 161-180.

Jones Heather, “The problem of defining porn addiction”, en Verywellhealth, 18 de septiembre 2023, consultado el 9 de junio 2024, https://www.verywellhealth.com/porn-addiction-7570367

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Wajcman Gérard, El ojo absoluto, Buenos Aires, Manantial, 2011.

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