La Revolución Industrial

Sí ya sé que es trampa usar ensayos de la carrera para entradas del blog pero 1. Este me gustó mucho, 2. Me gusta la idea de que poco a poco este blog cubra al menos los básicos de historia y 3. Estoy muy cansado y quiero dormir. Se los dejo pues.

Enseñando Historia desde la Economía: La Revolución Industrial



La economía y el pensamiento económico son elementos fundamentales que tienen que estar presentes en el estudio de la historia. La enseñanza de la historia no puede llevarse a cabo de manera correcta si no se incorpora la perspectiva económica o bien si no se aborda también desde un eje económico ya que esta disciplina estudia y explica dinámicas sociales que a menudo provocan los cambios en la dirección de la historia. Los grandes cambios históricos no se pueden explicar pues, sin entender los factores económicos que entran en juego y que influyen en la manera de vivir y en la toma de decisiones de los individuos.

Este ensayo tiene como propósito analizar y estudiar la perspectiva económica sobre la primera gran Revolución Industrial así como el impacto histórico que esta tuvo para demostrar que la perspectiva económica es indispensable en el estudio de la Historia y proponer que este eje se incorpore de manera total en la enseñanza de la historia. Igualmente se abordarán los pensamientos del economista Thomas Malthus y de cómo se ven sus teorías presentes en el proceso histórico previamente mencionado, sin embargo antes es necesario definir algunos conceptos y dar contexto histórico.

La economía es una disciplina que estudia el comportamiento, la manera de actuar de los individuos y de la sociedad, las acciones y las decisiones que toman con respecto a los procesos de producción, distribución y consumo de bienes y servicios; los intercambios, la oferta y la demanda de los mismos. Puede que a primera vista no sea evidente qué relación tienen las disciplinas económica e histórica; sin embargo, ambas son indispensables una para la otra pues la Historia estudia los cambios que ocurren en el mundo a lo largo del tiempo, enfocándose principalmente, más no limitándose a, en los cambios que atraviesa la humanidad. Frecuentemente es a través de la economía que se le puede dar una explicación a estos cambios así como es gracias al contexto histórico que se producen cambios económicos o que surgen teorías económicas. A continuación se analizará la Revolución Industrial para ejemplificar cómo estas dos disciplinas deben de ser estudiadas en conjunto.

La Revolución Industrial fue un proceso de transformación en la historia moderna en el cual se pasó de una economía basada en la agricultura y la producción artesanal a otra dominada por la industria y la fabricación mecánica. Surgió principalmente en Inglaterra y posteriormente se fue expandiendo al resto del mundo, alcanzando diferentes niveles de industrialización en cada país. Desde el inicio está implícito un cambio en los medios de producción. Se trata de un cambio económico que llevó a una transformación inmensa en los demás ámbitos de la vida en sociedad. Para entender este proceso, primero hay que entender el contexto en el que sucedió: Inglaterra en el siglo XVIII.

Esta etapa fue marcada por grandes transformaciones en distintos sectores políticos y económicos. En primer lugar, el sistema legal se vio en un periodo de liberalismo que proporcionó seguridad jurídica y protegió la propiedad privada, lo cual impulsó el comercio y la inversión. El comercio global experimentó un crecimiento significativo, impulsado por la expansión colonial europea, el mercantilismo y la apertura de nuevas rutas marítimas. A ello se sumó el surgimiento de instituciones financieras, como los bancos, letras de cambio, sociedades por acciones para financiar empresas y los sistemas de seguros, así como los avances tecnológicos en la navegación, factores que redujeron los riesgos asociados al comercio y lo volvieron una actividad cada vez más rentable.

Como resultado, Inglaterra, siendo una isla con fácil acceso y control naval, logró establecer y proteger redes comerciales de alcance mundial, destacando el papel de la East India Trading Company y de su poderosa flota mercante. Cabe mencionar que el control de colonias como la India facilitó el suministro de materias primas y mano de obra (esclavos) baratas y al mismo tiempo representaban un mercado para productos manufacturados por lo cual, estas colonias representaban una gran ventaja para el país inglés.

Este intercambio global brindó acceso a una enorme variedad de alimentos y bebidas, como el té y el café, cuyo consumo generalizado, al ser productos preparados con agua hervida, ayudó a mejorar las condiciones higiénicas (al hervir el agua, mueren las bacterias así que se redujo la exposición a enfermedades en la población general); simultáneamente, el aumento en variedad de alimentos mejoró la dieta de la población y todo esto tuvo efectos positivos en la salud global y, por consecuencia, disminuyeron los niveles de mortalidad.

En este contexto surge la burguesía como clase social conformada por comerciantes y empresarios que se enriquecían y ganaban poder social, económico y político. Al mismo tiempo, el sector agrícola vio innovaciones, nuevas técnicas como la rotación de cultivos, el cercamiento de tierras y la cría selectiva, mecanización y nuevos cultivos, producto de la revolución comercial. La revolución agrícola permitía un elevado crecimiento en recursos simultáneo a una disminución en la demanda de trabajadores por lo cual menos gente era requerida en el campo y al mismo tiempo causó una explosión demográfica sostenida por el aumento en alimentos. Esta gente fue desplazada a otros sectores económicos. Se podría decir que de cierta manera, se les permitió expandir sus horizontes o más bien que se vieron forzados a buscar otras formas de subsistencia. De cualquier manera, la gente comenzó a migrar a ciudades y empezaron a crecer otras industrias como la comercial y la textil y la división y especialización de trabajos. También había más tiempo de ocio que podía dedicarse a la reflexión y el pensamiento pero sobre todo, a la creación de nuevos inventos que lograran optimizar aún más el proceso de producción de bienes.

Gracias a eso, en 1764 James Hargreaves inventó la Spinning Jenny o “hiladora Jenny” y en 1769, Richard Arkwright el “Bastidor de hilado hidráulico". Estos son solamente dos ejemplos notables de inventos que cambiaron por completo la industria productora y el mecanismo de las máquinas porque reducían drásticamente la cantidad de trabajo manual requerido para una tarea. Menos personas podían lograr mucho más que antes. Si bien estos inventos fueron sumamente ingeniosos, el mayor invento de este periodo que verdaderamente hizo a la Revolución Industrial lo que fue, fue la máquina de vapor de James Watt en 1776. Esta tenía un sistema mucho más eficiente que las máquinas hidráulicas porque a diferencia de ellas, sí permitía la reutilización del agua, pues después de evaporarse y hacer girar una rueda, el agua se condensaba y se convertía en líquido de nuevo permitiendo una repetición del ciclo. Esta máquina tuvo amplias aplicaciones, una de las más notorias siendo la locomotora que revolucionó por completo el sector de transporte tanto de personas como de información pues todo podía llegar mucho más lejos mucho más rápido y a menor que mantener cientos de caballos requeridos para transportar la misma gente que un solo tren lograba en una fracción del tiempo.

Hay autores que se han dedicado a explicar algunos de los fenómenos que intervienen en estos procesos. En 1798 el economista Thomas Malthus publicó su Ensayo sobre el Principio de la población donde planteó algunas dinámicas de población y su relación con el comportamiento económico. El principio de la población de Malthus establece que la población crece de manera geométrica y exponencial (es decir de 2 a 4 y de 4 a 8 y de 8 a 16, etc) mientras que los recursos, los alimentos solamente pueden crecer de forma aritmética (es decir “de uno en uno”).

Según Malthus, la población está necesariamente limitada por los medios de subsistencia y donde aumentan los medios de subsistencia, también aumenta invariablemente la población a menos de que existan obstáculos para ello. Inmediatamente se alcanza a ver una discrepancia: ¿Cómo puede aumentar la población de manera exponencial si esta depende del crecimiento de los medios de subsistencia que sólo pueden aumentar de forma aritmética? La respuesta está en una de las principales críticas que se le hace a Malthus: no considera el progreso tecnológico en el sector agrícola que permite el crecimiento exponencial de los medios de subsistencia como sucedió en la revolución agrícola previa a la Revolución Industrial. También influyen (y esto sí lo aborda el autor) los frenos del crecimiento demográfico que se dividen en preventivos, factores que disminuyen la tasa de natalidad como pueden ser la abstinencia sexual, el retraso del matrimonio, etc. y frenos positivos que son aquellos que aumentan la tasa de mortalidad como lo pueden ser guerras, epidemias, catástrofes, hambrunas causadas por escasez, etc. En el momento en el que comenzó la Revolución Industrial (Inglaterra en el siglo XVIII), se tenía lo opuesto a estas situaciones. Por primera vez en mucho tiempo, el país se encontraba en paz, no había necesidad de ir a la guerra ni batallas que frenaran el crecimiento económico, la producción de recursos aumentaba exponencialmente por lo cual no había hambrunas (al menos no en Inglaterra) y la salud veía constantes mejoras por lo cual ocurrió un crecimiento demográfico importante.

Ricardo García Granados coincide con Malthus en que existe una relación entre el aumento de recursos y el crecimiento demográfico aunque Granados profundiza más en el tema explicando que es gracias a la abundancia de recursos que hay menor demanda de trabajo y mayor tiempo de ocio así como mayor oferta de alimento que a su vez reduce los precios de los medios de subsistencia y facilita el mantenimiento de una familia más numerosa. El tiempo de ocio permite la creación de una familia pero simultáneamente al haber tanta oferta de mano de obra, los salarios se permiten una reducción, o eso sucedería si no fuera porque mientras aumentaba la cantidad de alimento y el número de población durante la Revolución Industrial, también aumentaban los empleos existentes y la demanda de empleados ya fuera en el comercio o en la industria.

No obstante, es importante reconocer que, si bien hay acuerdos entre estos dos pensadores, también existen discrepancias importantes. Mientras Malthus mantiene una postura pesimista respecto a la relación entre crecimiento demográfico y recursos, al asumir que el aumento de la población tiende inevitablemente a rebasar los medios de subsistencia y que dicho desequilibrio conduce a crisis periódicas, Ricardo García Granados adopta una visión más dinámica del proceso. Malthus adopta una postura determinista, cree en leyes. Granados forma parte del historicismo y admite más factores que influyen en sus explicaciones, negando absolutismos. No cree en leyes universales inmutables aplicables mecánicamente a todas las sociedades.

Para Granados, el crecimiento de la población no necesariamente implica escasez, ya que el desarrollo económico, la abundancia de recursos y el progreso técnico permiten absorber a una población mayor mediante la expansión del empleo y la reorganización del trabajo. En este sentido, mientras Malthus concibe los límites naturales como barreras rígidas al crecimiento, García Granados enfatiza la capacidad de las sociedades para transformar sus condiciones materiales y productivas, particularmente en contextos de innovación tecnológica como el de la Revolución Industrial.

Así que, en resumen se tiene un momento histórico en donde coinciden varios factores que permiten el crecimiento demográfico, lo cual lleva a grandes avances tecnológicos y cambios económicos. Para comprender completamente este fenómeno, este proceso es indispensable abordarlo desde ambos ejes: el económico y el histórico pues uno no se puede entender del todo sin tomar en cuenta el otro. Ni los cambios en los medios de producción y en las principales actividades económicas se pueden entender sin conocer el contexto histórico y las relaciones geopolíticas entre algunos países involucrados, sin los cambios históricos se pueden entender sin antes haber estudiado las leyes de oferta y demanda, lo que son los medios de producción y las actividades económicas. Se podría tomar un paso más lejos y argumentar incluso, que estos procesos no se pueden comprender del todo sin un entendimiento básico de las leyes de la física y de la mecánica y sugerir una educación completamente integral que incorpore todas las disciplinas para llegar al comprensión del mundo y la formación de personas en las escuelas pero se impone la pregunta: ¿Cómo se puede lograr esta educación integral?

Si se busca incorporar el eje económico en el estudio de la historia, se tiene que comenzar por la formación de los profesionales: los docentes encargados de enseñarla. La Teoría económica debería de ser un contenido obligatorio dentro de las licenciaturas en Historia para que los futuros docentes puedan incorporarla dentro de sus temarios. En muchos contextos educativos, particularmente en México, se prioriza la especialización disciplinaria sin otorgar la misma importancia a la formación pedagógica ni a las habilidades de comunicación. Tener un alto grado académico o un vasto conocimiento teórico no garantiza, por sí mismo, la capacidad de transmitir dicho conocimiento de manera clara, crítica y significativa para los estudiantes. En este sentido, la enseñanza de la historia se ha visto afectada por una excesiva especialización que ha relegado la formación integral del docente, limitando su capacidad para vincular los procesos históricos con otras disciplinas fundamentales como la economía.

¿Por qué es importante incorporar teoría económica, más allá de que aporta un mayor entendimiento de los procesos históricos? Es un cuestionamiento que debe plantearse debido a que si el único criterio fuera ese, ¿dónde se traza la línea para excluir a otras disciplinas del estudio de la historia? Realmente incorporar cualquier disciplina tiene el potencial de complementar el entendimiento de un proceso. ¿Qué distingue pues, a la economía de las demás? ¿Por qué tiene la economía mayor relevancia dentro de la enseñanza de la Historia que, dígase la física o la química?

Por un lado, el hecho de que la economía no sea una asignatura obligatoria en la educación básica (ni en ningún nivel académico realmente, sólo es en sexto grado de bachillerato que se puede llevar como optativa en algunas escuelas) y que la Historia sí, le da a la Historia una posición de privilegio, le da atención que puede compartir. Pero más allá de eso, es importante entender para qué sirve estudiar historia; qué propósito cumple la asignatura de historia en la formación de futuros ciudadanos.

La enseñanza de la historia en la educación básica y media superior cumple también una función social y cívica fundamental. Tradicionalmente, se ha mantenido como una asignatura obligatoria porque contribuye a la construcción de una memoria colectiva y de una identidad compartida que permite la cohesión social. Desde esta perspectiva, la historia ha sido utilizada como un medio para fomentar el amor por la patria y el compromiso con la comunidad política. Este propósito no es en sí mismo negativo, siempre que se distinga claramente entre un patriotismo entendido como amor y responsabilidad hacia la comunidad, y un nacionalismo excluyente que se basa en la superioridad y el desprecio hacia otros pueblos. En este sentido, el estudio de la economía como de la política dan un mayor entendimiento del funcionamiento del país y de la comunidad a la que pertenecen y puede influir fuertemente en su sentido de identidad, de justicia e incluso en su sentido del bien que frecuentemente se hace presente en las posturas económicas de las personas.

No obstante, la enseñanza de la historia no debería limitarse a la transmisión de un discurso oficial ni a la memorización de contenidos destinados únicamente a reforzar una identidad nacional homogénea. Su verdadera utilidad radica en el desarrollo de habilidades críticas que permitan a los estudiantes comprender que los procesos históricos pueden ser narrados desde múltiples perspectivas y que toda interpretación del pasado está mediada por intereses, contextos y posicionamientos específicos. La incorporación de la economía al análisis histórico contribuye de manera significativa a este objetivo, ya que permite a los estudiantes entender las causas estructurales de los cambios sociales y cuestionar explicaciones simplistas basadas únicamente en héroes, fechas o acontecimientos aislados. En otras palabras, la economía se puede incorporar más fácilmente a la historia por su cercanía disciplinaria (ambas son ciencias sociales)

Enseñar historia desde una perspectiva económica no implica desplazar otros enfoques, sino enriquecer la comprensión del pasado y dotar a los estudiantes de herramientas analíticas útiles para interpretar su presente. La historia, enseñada de esta manera, permite comprender que el cambio es posible, que los individuos y los colectivos son actores históricos y que los procesos sociales no son inevitables ni naturales, sino el resultado de decisiones humanas. Más que formar una adhesión acrítica al pasado, la enseñanza de la historia debería fomentar la empatía, el pensamiento crítico y la capacidad de comprender a los actores históricos en su contexto, contribuyendo así a la formación de ciudadanos conscientes, informados y capaces de participar activamente en la transformación de su sociedad.

Referencias:

CrashCourse, “The Industrial Revolution: Crash Course European History #24”, 5 de noviembre 2019, recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=zjK7PWmRRyg

García Granados Ricardo, “El Concepto científico de la Historia”, en Ortega y Medina, Juan Antonio. Polémicas y ensayos mexicanos en torno a la historia, México, UNAM, 1970.

Redacción de National Geographic, “¿Qué fue y cuándo comenzó la Revolución Industrial?”, en National Geographic, publicado el 30 de abril 2025, consultado el 17 de noviembre 2025: https://www.nationalgeographicla.com/historia/2024/12/que-fue-y-cuando-comenzo-la-revolucion-industrial

Smith Adam, La Riqueza de las Naciones, Madrid, Alianza Editorial, 1996


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