Top 10 historias de mi relación tóxica con el transporte públio

Se acaba el año y no podemos más que pensar en qué hicimos con nuestro tiempo y qué haremos con el año que viene.

Yo opino que las mejores historias surgen de cuando las cosas no van de acuerdo a lo planeado, cuando las cosas salen mal e idealmente, se aprende de los errores cometidos. En un año sabático en el que uno viaja por todo el mundo durante meses, las cosas van a salir mal de vez en cuando. No hay manera de evitarlo y eso es parte del camino, así se aprende, blah blah blah. Ahora a mí, la mayoría de las historias que cuento de mis viajes de cosas saliendo mal, están relacionadas de una u otra manera al transporte público. Les dejo aquí pues, la antología en orden cronológico de mis problemas con el transporte en el extranjero. Varias de estas tienen sus propias entradas de blog y si le dan click a los títulos, podrán leer las versiones completas.

1. Una confusión en el aeropuerto

El primer país al que fui en mis viajes de mi año sabático fue Costa Rica. Esto causó mucha confusión porque nadie entendía por qué querría alguien ir a Costa Rica. Esto se explica muy fácilmente. Verán, en Navidad de 2020, fui con mi familia a Lake Tahoe. Íbamos a volar a San José, California (CA) pero en la sala de espera del aeropuerto, media hora antes de abordar, el señor de volaris se confundió al momento de vocearnos y dijo "su atención por favor, pasajeros del vuelo Volaris 785 con destino a San José, Costa Rica, favor de presentarse en la sala número 17". Ese era nuestro vuelo. Nosotros estábamos en la sala 17, y por un breve momento, entretuve la idea de que mi mamá se hubiera equivocado al comprar los boletos y que pasaríamos unas vacaciones de invierno, muy diferentes a las que teníamos planeadas. Esa aventura nunca sucedió porque el que se equivocó fue el señorcito, no mi mamá pero para entonces ya era demasiado tarde: yo quería ir a San José Costa Rica. Y fui.

2. El robo del celular en San José

Estaba en el bus con dos amigos, y nos íbamos a bajar. Yo venía feliz de la vida, sin preocupación alguna. Estaba viviendo la aventura y me sentía invencible. Orlando y Keny se bajaron antes que yo y entre Orlando y yo se nos metió una señora. Ella estaba bajando, yo iba atrasito y de pronto vi que caía un lente como de anteojos. Me agaché para recogerlo, la señora se volteó, me dijo que era suyo así que se lo di y luego se puso a buscar en el suelo como si hubiera perdido otro lente. Parecía como si ella pensara que lo que se le había caído estaba abajo de mi pie o atorado en mi chancla porque la agarró y la empezó a mover. Yo estaba confundido y tenía que hacer un esfuerzo para no caerme y alguien me sostuvo por atrás como si estuviera ayudándome a no caer. Cuando la señora dejó mi pie y bajó, yo bajé y en cuanto puse un pie en la calle, entendí perfectamente lo que había sucedido. Metí una mano en el bolsillo y efectivamente, me faltaba mi teléfono. Me habían pickpoquteado. Así fue como acabé comprando un poderosísimo Realme7i en Walmart pues era de los teléfonos buenos, el más barato.

3. El Uber que nos dejó en medio de la nada en Poás 

Esta es una gran historia y pueden leer la versión completa aquí. Para les que no quieran echarse todo el texto de 13 párrafos y una lista, les dejo el resumen. Después de perder el camión que nos llevaría de San José directo al parque nacional del Volcán Poás, Miguelito y yo pedimos un uber (que es ilegal en Costa Rica) para llegar. Nuestro conductor no tenía ni idea de a dónde nos estaba llevando pero cuando nos enteramos de eso, ya íbamos tarde y estábamos muy adelantados en el viaje. Abandonamos la calle pavimentada y empezamos a avanzar por un camino de tierra, lodo y piedras y pronto el uber no pudo avanzar más, por lo cual nos tuvimos que bajar y empezar a caminar. El conductor nos dijo que sólo nos faltaban 2 kilómetros pero dos horas de caminata empinada después, seguíamos perdidos en la selva así que tuvimos que llamar a 911 para que nos rescataran. 

4. Los tiquetes de bus en Colombia

Resulta que David y yo teníamos que llegar a un pueblito x el jueves. Así que compré los boletos en línea el martes y por error, no me fijé y los compré para el miércoles en vez del jueves. Tuve que correr a la estación de camiones (1 hora 20 minutos de ida) para pedirles un cambio de boletos pero guardé los boletos en mis shorts, mismos que metí a la lavadora y los boletos nuevos se destruyeron por completo. El jueves llegamos a la estación y nos dijeron que nos iban a respetar el cambio y los boletos pero el camión nunca llegó porque tuvo un accidente así que tuvimos que comprar nuevos boletos.

5. La falta de trenes en Madrid

Cuando llegamos a Madrid, David y yo, el plan era irnos directo a Torremolinos. Pero no había transporte alguno que nos llevara por lo cual tuvimos que hacer una escala involuntaria en Madrid.

6. Boletos de salida con Finnair

David y yo volamos a India desde Madrid con una escala corta en Finlandia. Si siguen el blog, recordarán que en esos momentos, todavía no habíamos decidido a dónde iríamos después de India así que no teníamos boletos de salida. Sin boleto de salida de India, Finnair, la aerolínea con la que íbamos a viajar, no nos podía dar nuestros boletos de avión. Y el avión salía en tres horas. Y en México, eran las 2 de la mañana. Le marqué a mi mamá, la desperté y le pedí que me comprara un boleto de salida de India, que fuera barato y que se pudiera cancelar... Eso es mucho más difícil de lo que suena. Mientras ella hacía eso, yo negocié con la señorita de Finnair y la convencí de que nos dieran el boleto a Finlandia al menos, porque técnicamente, sí teníamos boleto de salida de Finlandia, y ya en Finlandia, que ya tuviéramos boletos de salida de India, nos darían los boletos a India. Así fue como nos compré diez horas para elegir destino.

7. El taxi en Delhi

India fue, sin lugar a duda, el país donde sentí mayor choque cultural. Esto fue en parte porque una de nuestras primeras experiencias, fue un falso taxista que trató de estafarnos a David y a mí en cuanto salimos del aeropuerto. Si no hubiera sido porque David googlea las estafas comunes de las ciudades que va a visitar, me hubieran robado una buena lana.

8. La revisión de camiones nocturnos en Rajahastán

Hablando de estafas comunes en India, una de ellas es que en autobuses de largos trayectos, unos ¨soldados¨ detienen el autobus o el autobus tiene un ¨accidente¨ por lo cual se tiene que detener, el caso es que el autobus se detiene y se tiene que quedar ahí donde está al menos una noche, estacionado convenientemente frente al hotel del primo del conductor donde los pasajeros pueden hospedarse durante la noche en lo que se resuleve el problema. La verdad es que jamás sabré si las personas que detuvieron el autobús para revisar las maletas, eran soldados realmente, checando que no lleváramos sustancias ilícitas o si eran más estafadores, pero afortunadamente, David gritó que nos estaban tratando de estafar y eso los pareció asustar lo suficiente para que si fuera cierto, desistieran de sus esfuerzos y nos dejaran en paz. Pero no faltó el susto.

9. La visa egipcia

Verán, unos días antes de volar a Egipto, decidí volver a revisar si los mexicanos éramos elegibles para obtener visas de turistas al llegar al país. Ese era justamente el plan. Pues resultó que México no estaba dentro de la lista oficial de nacionalidades elegibles. Afortunadamente, a los egipcios les vale lo ¨oficial¨ y no hacen preguntas de las que no quieran saber respuestas, sobre todo si no hay daño hecho. Así que sí me dieron mi visa al llegar pero durante 36 horas me estuve haciendo popo del miedo.

10. Llegar a Marsa Matrouh

Una vez en Cairo, teníamos que llegar a la playa donde estaba mi workaway, Marsa Matrouh. Nos apalabramos con un valedor que no hablaba muy bien inglés pero creíamos haber entendido que nos llevaría a Marsa Matrouh con una parada en Alexandria. Resultó ser que no. Él nos llevaría a Alexandría y de ahí tendríamos que encontrar transporte a Marsa Matrouh. Lo logramos, pero nos dio coraje tener que pagar más.

Estas historias llevaron a que Ana me acusara de tener una relación tóxica con el transporte público. Ojalá las hayan disfrutado, dejen sus comentarios si gustan y hasta la próxima.




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